1. La primera ecologista

“Uno se siente pequeño frente a una naturaleza tan imponente”, repite un grupo de viajeros maravillados frente a la cascada de Gullfoss, en Islandia. El agua cae y se rompe sobre la piedra con un sonido atronador. Las gotas suspendidas en el aire les mojan el rostro.

GULLFOSS. La cascada que atesora la emocionante historia de la ecologista Sigridur Tomasdottir. FOTO DE ÁLVARO MEDINA / LA GACETA

Yamilka Elcorrobarrutia, guía del grupo, revela que el nombre de la enorme caída de agua significa cascada de oro, cuenta que algunas personas sostienen que este nombre tiene su origen en las gotas en el aire doradas de sol; otros afirman que proviene de la leyenda de un vikingo avaro que lanzó su oro a las aguas para que nadie pudiera quedárselo tras su muerte.

Una tercera posición mezcla ambas ideas y resulta que el vikingo tiró su oro a la cascada y es por eso que las gotas de agua suspendidas tienen un brillo dorado. Luego, Yamilka deja de lado las leyendas para contar una historia real: la épica cruzada de Sigridur Tomasdottir, la “primera ambientalista” de Islandia.


2. La célebre cascada de Gullfoss

Los dos enormes saltos de Gullfoss recorren 30 metros hasta caer entre las paredes negras de una falla volcánica. Un paisaje abrumadoramente hermoso e intimidante. De todas las cascadas de Islandia, esta es quizás la más célebre a nivel mundial.

La cascada se encuentra a más de 100 kilómetros de Reikiavik, capital de este país en el extremo norte del planeta, a solo 40 kilómetros del Polo Norte. Un territorio de gran valor para la ciencia y el turismo internacional por sus volcanes, glaciares, géiseres, auroras boreales y sus maravillosas y numerosas cascadas.

Allí desembarcó la expedición de turismo científico organizada por el Observatorio Astronómico de Ampimpa: 26 viajeros argentinos de todo el país, acompañados por profesionales, en una odisea de ciencia y aventura a la “Tierra del Hielo y el Fuego”.

La travesía se realizó entre septiembre y octubre de 2023;  y constituye el primer desafío internacional de esta prestigiosa institución privada del norte argentino.

3. Los señores elegantes

Yamilka cuenta la historia de la "ambientalista", que es más o menos así: a principios del siglo XX la cascada de Gullfoss no era un espectáculo natural al que acudían turistas de todo el mundo ni era una de las principales atracciones del "Círculo dorado", la ruta turística más importante del país.

Islandia tampoco era uno de los destinos turísticos más extraordinarios e importantes a nivel internacional, como lo es actualmente, tras el boom turístico que les permitió sortear la crisis de 2008. Hacia 1910, la mayoría de sus habitantes se dedicaba a la actividad pesquera o a las granjas de ovejas.

Uno de esos granjeros era Tomas Tomasson. El hombre llevaba una apacible y esforzada vida en aquellos páramos, entregado a la tarea de cuidar sus ovejas y al laborioso desafío de lograr que los animales sobrevivan al invierno. Un día Tomas recibió la visita de unos extranjeros: elegantes señores que le propusieron arrendar sus tierras.

4. Sigridur Tomasdottir

La hacienda de Tomas era modesta pero en sus territorios había algo de un valor incalculable: la cascada de Gullfoss. Los señores elegantes querían construir ahí una presa hidroeléctrica y eso implicaba que aquella cascada iba a desaparecer.

Tomas les arrendó la tierra: unos dicen que fue obligado a hacerlo, otros que ignoraba los planes de los señores, una tercera posición dirá que ambas cosas.

Sigridur Tomasdottir era la hija de Tomas Tomasson. En Islandia, los apellidos se construyen añadiendo al nombre del padre la terminación “son”, si es un varón, o “dottir”, si es una mujer.

De aquellas tierras familiares, nada le importaba más a Sigridur que su amada cascada, incluso había construido un sendero para que otras personas pudiesen admirar su belleza.

Con una determinación monumental la mujer sentenció que si destruían su cascada se arrojaría a las aguas para morir con ella. Se trasladó incansablemente a Reikiavik las veces que fueron necesarias para exponer su caso y ser escuchada por las autoridades. En algunas ocasiones, incluso, tuvo que atravesar a pie los más de 100 kilómetros que la separaban de la capital.

Finalmente, el sacrificio de Sigridur se conoció en toda la isla y la opinión nacional apoyó con vehemencia su lucha. Empecinada en la defensa de la naturaleza, la joven utilizó todos sus ahorros para pagar un abogado que pudiera dar marcha atrás con el contrato entre su padre y los inversores. El profesional elegido fue el joven Sveinn Björnsson.

Björson impidió la destrucción de la cascada y en 1944, luego de declarada la independencia de Islandia (el país pertenecía a Dinamarca), se convirtió en el primer presidente de la Islandia libre.

La lucha y voluntad de Sigridur quedaron grabadas para siempre en el espíritu de los islandeses como un ejemplo de la defensa de la naturaleza del país frente a intereses extranjeros.

Miles de turistas visitan diariamente la célebre cascada de Gullfoss. Foto de Álvaro Medina/LA GACETA

5. La primera presidenta en Europa

“Las mujeres islandesas son muy poderosas”, afirma Yamilka cuando termina el relato. “De hecho, en Islandia gobernó la primer mujer presidenta en Europa y la primera del mundo en ser elegida democráticamente”, apunta refiriéndose a Vigdis Finnbogadottir, ganadora en las elecciones presidenciales en el verano de 1980.

Según informes del Foro Económico Mundial, Islandia es considerado el país con mayor igualdad de género en los últimos 14 años. Sin embargo, distintas referentes en declaraciones a medios internacionales aseguran que aún existen disparidades urgentes que subsanar.

6. La cascada de los dioses

Gullfoss no es la única cascada que los viajeros visitan durante su estadía en el país. Son muchas las maravillosas e impactantes caídas de agua que recorren a lo largo de la “Ring Road”, la ruta principal que recorre toda la costa.

Viajan por la "Ruta del anillo" pasando por los fiordos del este, bañados por las aguas del Mar de Noruega, y continúan hacia la Islandia septentrional, hasta acercarse a tan solo 40 kilómetros del Polo Norte bordeando filosos acantilados frente al imponente y extremo océano Ártico. En el camino pasan revista de las más deslumbrantes cascadas del país.

SVARTIFOSS. Columnas basálticas que inspiraron la Hallgrímskirkja. FOTO GENTILEZA DE FABIÁN JARUF

Pasan por detrás del chorro de la cascada de Seljalandsfoss; visitan Skogafoss, una caída de 60 metros, la más alta de Islandia; toman impresionantes fotografías de Svartifoss, cuyas columnas basálticas inspiraron la construcción de la Hallgrímskirkja, la “iglesia grande” de Reikiavik; camino al norte se detienen a admirar el agua bajando por las rocas escalonadas de Dyjandifoss; se impresionan por la fuerza de Dettifoss, llamada “La Bestia”, donde caen hasta 500 metros cúbicos de agua por segundo convirtiéndola en la cascada más caudalosa de Europa.

Al final del apasionante viaje, en uno de los últimos días, el grupo conoce Godafoss, la cascada de los dioses, el lugar donde simbólicamente los vikingos islandeses abandonaron sus deidades nórdicas para convertirse al critianismo alrededor del año 1000.

En ese lugar, el pueblo fue convocado a lanzar a las aguas las imágenes religiosas de Odín, de Thor, de las valkirias; ahogando las creencias que más tarde, para el bien de la historia, recuperarían las sagas islandesas. Y que los viajeros de esta expedición pudieron conocer gracias a los atrapantes relatos de Yamilka.